Las lágrimas rodaban
por mis mejillas y mi corazón colgaba de un hilo. La esperanza a la que me
había agarrado hasta entonces se me escapó de las manos y se alejó,
inalcanzable. Sentí que el alma se me rompía en mil pedazos, pedazos de mí
misma que se llevaba el viento.
La llama que aún titilaba débilmente en mi
interior se apagó.
Nora
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