A Tessa le temblaban las manos mientras se ponía tras la oreja un mechón
de cabello suelto. No le gustaba nada que Will le causara ese efecto. Lo
odiaba. Sabía que era una tontería. Sabía lo que él pensaba de ella. Que no era
nada, que no valía nada. Aun así, una mirada de él podía hacerla temblar con
una mezcla de odio y anhelo. Era como veneno en las venas, y Jem era el único
antídoto. Solo con él se sentía sobre tierra firme.
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