Elena se
adelantó y le abofeteó.
No lo había
pensado antes de hacerlo, y luego apenas pudo creer que lo había hecho. Pero
fue un bofetón potente y seco, dado con toda la fuerza de su cuerpo tras él, y
torció el rostro de Damon hacia un lado. La mano le ardía. Se quedó allí
quiera, intentando calmar la respiración, y le observó con atención.
Iba vestido
como le había visto la primera vez, de negro. Botas blandas negras, vaqueros negros,
suéter negro y cazadora de cuero. Y se parecía a Stefan. No comprendía cómo no se
había fijado en ello antes. Tenía los mismos cabellos oscuros, la misma tez
pálida, el mismo inquietante atractivo, pero sus cabellos eran lisos, no
ondulados, los ojos eran negros como la medianoche y la boca era cruel.
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