Nunca la había presionado, jamás la había abrumado con sus sentimientos.
Siempre había estado seguro de que un día ella despertaría de su sueño de
príncipes de dibujos animados y héroes de kung fu, y se daría cuenta de lo que
era evidente para ambos: Se pertenecían el uno al otro. Y si bien ella nunca
había parecido interesada en Simon, al menos tampoco había parecido interesada
en nadie más.
Hasta Jace. Simon recordó estar sentado en los escalones del porche de
la casa de Luke, observando a Clary mientras ella le explicaba quién era Jace y
lo que hacía, mientras Jace se examinaba las uñas y mostraba un aire de
superioridad. Simon apenas la había oído. Había estado demasiado ocupado
fijándose en cómo miraba ella al chico rubio de los tatuajes extraños y el
hermoso rostro anguloso. “Demasiado Guapo”, se había dicho Simon, pero era
evidente que Clary no había pensado lo mismo: Le miraba como si fuese uno de
sus héroes de cómic que hubiera cobrado vida. Nunca antes la había visto mirar
a nadie de aquel modo, y siempre había pensado que si alguna vez lo hacía,
sería a él. Pero no había sido así, y eso le había dolido más de lo que jamás
había imaginado que algo podía doler.
Simon
Simon
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