martes, 23 de diciembre de 2014

En llamas

-En realidad, a mí no me necesita nadie- Afirma, aunque sin compadecerse. Es cierto que su familia no lo necesita. Llorarán por él, igual que unos cuantos amigos, y después seguirán adelante. Incluso Haymitch, con la ayuda de un buen motón de licor blanco, seguirá adelante. Me doy cuenta de que sólo una persona quedará herida sin remedio si Peeta muere: Yo.
-Yo- Respondo-, Yo te necesito.- Él parece enfadado y respira hondo, como si fuese a empezar un largo discurso, y eso no está bien, no está nada de bien, porque empezará a hablar sobre Prim, mi madre y todo lo demás, y me confundirá. Así que, antes de que pueda hablar, lo silencio con un beso.
Vuelvo a sentir lo mismo, lo que sólo había sentido en una ocasión, en la cueva, el año pasado, cuando intentaba que Haymitch nos enviase comida. He besado a Peeta unas mil veces, tanto en los juegos como después, pero sólo hubo un beso que despertase un cosquilleo en mi interior, sólo un beso que me hiciera desear más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario