Me levanté y caminé hacia ella. Tenía el pelo de una
actriz porno y el rostro de un Ángel, con unos ojos almendrados de una belleza
excepcional. Fue entonces cuando lo vi: detrás de esa belleza y de esa
inocencia falsa había algo más, algo frío y calculador. Incluso cuando sonrío
vi el pecado tan metido en su alma que ninguna clase de abrigo podría
ocultarlo. Esos ojos flotaban sobre una nariz diminuta y unos rasgos dulces.
Para cualquier otra persona, era pura e ingenua, pero esa chica ocultaba algo.
Yo lo sabía porque alargaba ese mismo pecado desde pequeño. La diferencia era
que ella lo mantenía encerrado en lo más profundo de su fuero interno y que yo
lo dejaba al mío salir de la jaula con cierta regularidad.
Travis
No hay comentarios:
Publicar un comentario