-Quiero odiarte.
Intento odiarte. Sería todo más fácil si te odiara. A veces pienso en que sí
que te odio y entonces te veo y…
-Y ¿Qué?
-¿Qué crees?- Jace
negó con la cabeza-. ¿Por qué debería contarte cómo me siento cuando tú nunca
me cuentas nada? Es igual que golpearme la cabeza contra una pared, sólo que al
menos si me golpeara la cabeza contra una pared sería capaz de obligarme a
dejar de hacerlo.
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