Patch se arrancó la
máscara y me acercó los labios al cuello mientras me apartaba delicadamente los
cabellos del hombro. Olía irresistiblemente bien y sentía su calidez y su
fuerza muy cerca de mí. Y entonces los latidos de mi corazón se aceleraron
angustiados por la culpa. Le había mentido. No podía olvidarlo. Cerré los ojos
y dejé que su boca se encontrará con la mía, tratando de perderme en ese
momento. Pero, entretanto, las mentiras retumbaban una y otra vez en el
interior de mi cabeza.
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