Cubrió la mejilla de
Clary con la mano, la palma cálida sobre la piel fría, y ella descubrió que su
propio miedo había desaparecido, como si él pudiera traspasarle el poder de la
runa que impedía sentir miedo a través del tacto. Alzó la barbilla,
entreabriendo los labios expectante; la boca de Jace rozó la suya levemente,
tan levemente que pareció la caricia de una pluma, el recuerdo de un beso…
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