martes, 26 de mayo de 2015

Divergente

Incluso pensar la palabra parece peligroso. Sus ojos se clavan en los míos y, conforme pasan los silenciosos segundos, cada vez parecen menos duro. Oigo el latido de mi corazón. Llevo demasiado rato mirándolo, pero, bueno, él me devuelve la mirada y me da la impresión de que los dos intentamos decir algo que el otro no logra oír, aunque quizá me lo imagine. Demasiado rato...y ahora más todavía, el corazón me late más fuerte, sus serenos ojos me tragan entera.
Empujo la puerta y salgo a toda prisa por el pasillo.

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