Comprendí
que eran lucubraciones de borrachos, de borrachines, y en este caso preciso, de
un explorador de extraviados alcohólicos, y me pregunte si no estaba perdiendo
miserablemente mi tiempo. Aún más llegue a preguntarme si mi profesión de médico generalista y de psicólogo no había
sido siempre, en última instancia, una pérdida de tiempo perfecta, puesto que
los seres humanos eran opacos, ajenos, inaudibles e indestructibles.
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