Inclina la cabeza
para apoyar su frente en la mía y me acerca a él. Su piel y todo su ser
irradian calor por culpa del fuego, y cierro los ojos para empaparme de él.
Huelo el cuero mojado, el humo y las manzanas, el aroma de todos esos días
invernales que compartimos antes de los juegos. No intento apartarme, ¿por qué
iba a hacerlo? Su voz se convierte en un susurro y dice
-Te quiero.
Por eso.
Nunca veo venir las
cosas, suceden demasiado deprisa. Estas proponiendo un plan de huida y , de
repente...se supone que debes enfrentarte a algo como esto. Le doy la que
seguramente sea la peor respuesta posible:
-lo sé
Suena fatal, como si estuviese concienciada de que
él no puede evitar amarme, pero yo no sintiera nada semejante...
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