...Ilsa
Hermann había decidido hacer del sufrimiento su razón de vivir, porque cuando
este se negó a abandonarla, ella sucumbió a él. Lo abrazó.
Podría
haberse pegado un tiro, podría haberse arañado o haberse infringido cualquier
otra forma de mutilación, pero escogió la creyó que creía seria la opción más
benigna: soportar las inclemencias del tiempo.
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