...Él
descubriendo que en los ojos claros de ella se refleja la luz del primer día de
la creación; ella, que en los ojos negros de él se descifra la oscuridad de la
noche primigenia, y ambos vislumbrando la verdad irrebatible (pero simple como
el oro) de que la noche y el día juntos conforman el misterio de la unidad del mundo,
el misterio insondable de la unidad de la vida, de la unidad del amor.
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