Theo se aclaro la garganta y apretó la mandíbula. Miró fijamente a su
padre y se dispuso a contarle la verdad. Le habían enseñado a enfrentarse a la
verdad a cara descubierta, a no guardarse nada dentro, a soltarlo todo y ya
está: todo lo que pudiera venir después sería mucho mejor que mentir u ocultar
la verdad.
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