viernes, 12 de junio de 2015

¡Buenos días, princesa!

Si no tuviera una cadena que limita mis movimientos, podría alcanzar el sueño de amar. De cogerte de la mano sin miedo y recorrer contigo el mundo sin que nadie nos moleste. De perderme en tus ojos y decirte que te quiero, que no puedo pasar ni un día sin ti.
Si no tuviera pánico a escuchar tu respuesta, sería capaz de gritar en nuestros silencios que te amo. De saltar la barrera que nos separa, que condiciona todo lo que siento por ti. Me impondría a cualquier adversidad si supiera que tu corazón dice lo mismo que el mío.
Si no tuviera razón al creer que lo nuestro no es que sea imposible, es que solamente es imposible, pensaría que dos más dos pueden ser cinco y que los globos también vuelvan sin helio. Que las gaviotas saber vivir lejos del mar y que las nubes lloran porque no las dejan ver el sol.
Si no tuviera un secreto en el que me dedicara a esconder lo que siento, escribiría en tus sábanas mi pensamiento. Anotaría cada dictado en tus labios e imaginaría que cada beso es el mejor que has dado nunca. Dibujaría una línea infinita en tu espalda que hiciera que me perdiera en lo más profundo de tu horizonte.
Si no tuviera tantas ganas de quererte, abandonaría esa idea en un instante. Derrocharía mis lágrimas en intrascendentales historias de mi estúpido día a día. Buscaría un armario del que sacar toda la ropa que nunca me pongo. En realidad, moriría si ya no me quedaran ganas de quererte.

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