Entonces creo
comprender su orden de prioridades: primero, su comodidad en un mundo hecho a
su medida; segundo, y con bastante diferencia, las vidas de las personas a las
que se supone que ama. Es uno de esos seres despreciables que no entienden lo
despreciables que son, y que yo lo apabulle a insultos no cambiará ese hecho;
nada puede hacerlo. En vez de enfadarme, me siento pesado, inútil.
Tobías
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