jueves, 18 de junio de 2015

Santa María de las flores negras.

Cuando, pisando en puntillas, entran a la sala, Olegario Santana y Gregoria Becerra ya no son los mismos; algo se les ha encendido por dentro. Antes de recostarse en el hueco que les han dejado sus hijos, ella lo mira y le susurra un buenas noches lleno de ternura. Él solo atina a responderle con un leve movimiento de cabeza. La emoción le ha pasmado la lengua.

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