La forma en que vives tu vida, las decisiones que tomas para conducirte
cada día te marcan, además moldean tu imagen en el exterior y aunque las
opiniones que desate dicha imagen no deben ser importantes, sí las
consecuencias inmediatas de esas opiniones...
Eso pensaba de camino a la universidad, la música de fondo era apenas
perceptible para una mente tratando de hallarse a sí misma entre la maraña de
ideas que le conforman y resultan contradictorias.
Deseché por completo aquellas ideas y bajé del metro con los auriculares en los
oídos, el ser la primera en llegar la mayoría de las ocasiones me brinda cierta
libertad de actuación alejada de los juicios ajenos. Atravieso los limites
escolares, varios de los salones se encuentran a oscuras, me dirijo al mío
rápidamente, abro la puerta, la luz ya está encendida y mis pensamientos se ve
suspendido de golpe, ella está ahí.
- Hola - me dice con su voz siempre suave, siempre baja, parece tan segura como siempre excepto por ese largo parpadeo que delata su duda solo perceptible para quien le ha observado larga y profundamente.
- Hola - le respondo
- Hola - me dice con su voz siempre suave, siempre baja, parece tan segura como siempre excepto por ese largo parpadeo que delata su duda solo perceptible para quien le ha observado larga y profundamente.
- Hola - le respondo
Ella me mira fijamente, se levanta de su
asiento justo frente al mío pero del otro lado del salón, camina hasta mí y me
toma la mano, hala de ella con la muda orden de seguirla, no me resisto. Me
lleva a los sanitarios y asegura la puerta detrás de nosotras. Ella se mira al
espejo y yo la miro a ella. No hay más que silencio hasta que, finalmente, su
voz más baja de lo habitual termina con él.
- Ayer...- comienza sin dejar de mirarse, dice algo más pero decido no escuchar qué... es ella tan hermosa. - y no sé...- continua, ya son muchas palabras.
- Ayer...- comienza sin dejar de mirarse, dice algo más pero decido no escuchar qué... es ella tan hermosa. - y no sé...- continua, ya son muchas palabras.
Dos pasos eliminan la distancia entre nosotras.
La beso. El titubeo en sus labios es apenas perceptible, rodea mi
cuello y se entrega por completo a mí, un grave error pues yo me entrego por
completo al deseo. Soy consciente de sus formas rozando mi cuerpo y ella...
ella firma nuestra sentencia con una mordida a mi labio cargada de lujuria.
Pierdo el control... el poco que tenía. Mis manos se abalanzan sobre los botones de su saco, paree
dispuesta a detenerme pero no lo hace... cae su saco al suelo, apenas escucho
las voces que comienzan a resonar. Mis labios recorren su cuello, las manos no
se detienen, cae su blusa, luego su falda... Una hermosa chica en medias y
sostén queda frente a mí, doy un paso atrás solo para contemplarla... no, así
no puedo disfrutar de ella. La miro, muerdo mi labio y le digo
- Déjame ver cuán hermosa eres... -
- Déjame ver cuán hermosa eres... -
En su rostro se dibuja la duda, el miedo, pero
ella es fuerte, segura, los desecha sin darles tiempo para hacerle cambiar de
opinión. Sus manos liberan sus pechos del sostén... hermosos, pálidos, sus
pezones se yerguen al contacto con el aire, apenas puedo contener mis deseos de
morderlos. Ella continua, ahora sus medias dejan al descubierto sus delicadas
piernas sin bello alguno, su delicadeza delata el carácter lampiño de las
mismas, me mira como cuestionando, decido no ocultar la lujuria en mi rostro y
ella se estremece. Ahora sus delicadas pantis rosas descienden por sus blancas
piernas y se pone de pie, observo su sexo con apenas nada de bello, su vientre
plano, perfecto, toda ella hermosa. Tocan a la puerta.
- Shhh - le digo
- Shhh - le digo
Voy hasta ella la beso pasional, ansiosa. Mis
manos recorren sus pechos, su vientre, rozan apenas su cima de placer y ella
gime. El tiempo apremia y yo necesito más de ese gemido. La invito a sentarse
sobre los lavabos y ella obedece, ahora, así, disponible para mí es como la
quiero siempre. Mis labios no dudan, se posan sobre los suyos, mi lengua
acaricia su monte y de nuevo gime, saboreo la acidez de su humedad, me sumerjo
en ella, recorro su interior sin temores, sin tapujos, la humedad aumenta y yo
deseo tener más de ella, gime, sus manos cubren mi pelo y empujan contra ella,
muerdo muy suavemente su monte... ohhh... se escucha y pronto su respiración se
vuelve agitada, insisto en sus profundidades, vuelvo a su cima y sucede.
Explota sobre mí con un gemido apenas contenido. Me separo para poder apreciar
la escena.
- Hermosa... - murmuro y ella sonríe
- Hermosa... - murmuro y ella sonríe
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