domingo, 5 de julio de 2015

Inevitable desastre.

Odiaba que se comportara así. Los unicornios y las mariposas le salían por el culo y el aire que lo rodeaba estaba cargado de corazoncitos. Siempre acababa con el corazón roto y luego tenía que asegurarme durante seis meses de que no bebiera hasta matarse. Sin embargo, a America parecía gustarle de verdad.
No importaba. Ninguna mujer me iba a dejar a mí tembloroso y borracho por perderla. Si no se quedaba conmigo, es que no merecía la pena.

Travis

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