Estoy segura
de que Liesel Meminger estaba profundamente dormida mientras más de un millar
de bombarderos volaban hacia un lugar conocido como Colonia. Para mí, el
resultado fue de unas quinientas personas. Otras cincuentas mil deambularon sin
casa entre las fantasmagóricas pilas de escombros intentando dilucidar qué
camino tomar y a quien pertenecían las ruinas de los hogares destrozados.
Quinientas
almas.
Me las lleve
en las manos, como si fueran maletas. O me las eche al hombro. Sólo lleve en
brazos a los niños.
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