Codo con
codo se sienten más cómodas que cara a cara. Quizá porque todavía no tienen la
confianza suficiente para sostenerse las miradas. Poco a poco han ido llegando
a las bromas, las risas, las frases encadenadas, las anécdotas, las
sonrisas...pero los nervios y las mariposas continúan.
Casi se han
acabado los frapucchinos. Se los han
bebido lentamente, eternizando el momento, tratando de que durara lo máximo
posible. Como esa tarde, que les gustaría que no acabara nunca.
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