¿Cuántas veces la ha visto hacer lo mismo? Le divierten esos prontos
unas veces más reales y otras más fingidos. Se le enrojecen las mejillas, que
le recuerdan a aquella joven tímida que conoció hace un tiempo, aquella pequeña
de catorce años que era incapaz de dirigirle la palabra, que se retorcía
incómoda cuando la buscaba con la mirada. Cómo han cambiado las cosas. Ahora es
la chica que lo hace sentir, la persona con quien comparte sus risas y sus
miedos. La que lo saca de quicio, pero
por quien lo daría todo. Es la única con quien ha tenido sexo y la que lo hace
suspirar de día y de noche. La musa que tanto añoraba y que hasta aquel momento
no había aparecido.
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