viernes, 17 de julio de 2015

No sonrías que me enamoro.

¿Cuántas veces la ha visto hacer lo mismo? Le divierten esos prontos unas veces más reales y otras más fingidos. Se le enrojecen las mejillas, que le recuerdan a aquella joven tímida que conoció hace un tiempo, aquella pequeña de catorce años que era incapaz de dirigirle la palabra, que se retorcía incómoda cuando la buscaba con la mirada. Cómo han cambiado las cosas. Ahora es la chica que lo hace sentir, la persona con quien comparte sus risas y sus miedos. La que lo saca de  quicio, pero por quien lo daría todo. Es la única con quien ha tenido sexo y la que lo hace suspirar de día y de noche. La musa que tanto añoraba y que hasta aquel momento no había aparecido.

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