Como hijo único de dos abogados, Theo había desarrollado ya una
saludable actitud de suspicacia hacia aquellos que se creían con más poder que
los demás, incluidos los agentes de policía. Le habían enseñado a respetar a
todos los adultos, en especial a los que ejercían cargos de autoridad, pero sus
padres siempre le habían inculcado asimismo el afán por buscar siempre la
verdad. Cuando una persona -ya fuera un adulto, un adolescente o un niño- no
actuaba como era debido, no estaba bien seguirle el juego en su engaño o su
mentira.
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