Estaba completamente disgustada y eso me agradó
todavía más. La mayoría de las chicas me aburrían a más no poder, pero Abby era
intrigante. Incluso entretenida. No la perturbaba, al menos no de un modo
positivo. Daba la impresión de que mi sola presencia le provocaba ganas de
vomitar y, curiosamente, eso me pareció un desafío.
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