Un soplo de viento despeina a Valeria, que se apresura a
colocar el mechón de pelo rebelde en su sitio. tímidamente tropieza con los
ojos de Cesar, que también la está observando. Conectan un instante, apenas un
par de segundos, que se hacen larguísimos. Es ella la que aparta primero la
mirada. Otra vez las mejillas coloradas y calientes.
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