-Respira, Anastasia, respira.- Tengo que alejarme de ella antes
de hacer una tontería, aunque me sorprende mi reticencia a moverme. Deseo sentirla
un poco más entre mis brazos.- Voy a soltarte y a dejarte marchar.
Retrocedo y ella se aparta de mí, aunque, por extraño que
parezca, no me produce ningún alivio. La sujeto por los hombros para asegurarme
de que se tiene en pie. La humillación le cubre el rostro. Mi rechazo le
produce una vergüenza insoportable.
Mierda, no pretendía hacerle daño.
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