Abby no se volvió a mirar mientras se
alejaba de mí y caí sobre las palmas en la acerca. No iba a volver. Ya no me
quería. Ya no me quería y no había nada que pudiera hacer o decir para
cambiarlo.
Pasaron vario minutos antes de que pudiera
recuperar la fuerza para volver a ponerme en pie. Mis pies no querían moverse,
pero, de algún modo, los obligué a cooperar el tiempo suficiente para llevarme
hasta la Harley. Me senté en ella y empecé a llorar. La pérdida era algo que
solo había experimentado una vez en mi vida, pero aquello parecía incluso más
real. Perder a Abby no era un recuerdo de mi niñez, sino que me había explotado
en la cara y me debilitaba como una enfermedad que anulaba mi juicio y mis
capacidades físicas. Era algo horriblemente doloroso.
Las palabras de mi madre resonaron en mi
cabeza. Abby era la chica por la que tenía que luchar y lo había echado todo a
perder. No podía hacer nada para evitarlo.
Travis
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