Apoyé la mejilla contra su pelo. Ella
siempre olía tan bien, me hacía sentirme tan bien. Tenerla cerca era como un
sedante para mí. Mi cuerpo entero se relajó y de repente me sentí muy cansado,
no quería moverme. Nos quedamos allí juntos, sentados, abrazados, su cabeza
apoyada en mi cuello, durante el mayor tiempo posible. Nada más allá de ese
momento estaba garantizado, así que permanecí allí, en su interior, con mi
palomita.
Travis
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