Cuando intento decir algo, solo se me
ocurren palabras que no vienen a cuento o que expresan todo lo contrario de lo
que quiero decir. Y si intento corregirlas, me lío aún más, y más equivocadas
son las palabras, y al final acabo por no saber qué quería decir al principio.
Siempre que una parte de mí encuentra la palabra adecuada, la otra parte no
puede alcanzarla.
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