...Damon no estaba allí, después de todo; estaba sola con el viento que
aullaba.
Giró...y
lanzó una exclamación ahogada.
Estaba justo
detrás de ella, tan cerca que sus ropas le rozaron cuando se dio la vuelta. A
aquella distancia, debería haber percibido la presencia de otro ser humano allí
parado, debería haber notado el calor de su cuerpo o haberle oído. Pero Damon,
por supuesto, no era humano.
Se echó
hacia atrás un par de pasos antes de poder controlarse. Todos los instintos que
habían permanecido en silencio mientras gritaba a la violencia del viento le
suplicaban ahora que huyera.
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