-Bien. Hasta mañana, quizá.- No puedo
irme así. Tengo que hacerle saber que me interesa-. Ah, una cosa, Anastasia...Me
alegro de que la señorita Kavanagh no pudiera hacerme la entrevista.-Parece
sorprendida y halagada. Eso está bien. Me cuelo la bolsa del hombro y salgo de
la tienda.
Sí, aunque eso vaya en contra de mi
buen juicio, la deseo. Ahora tengo que esperar...joder, esperar...otra vez.
Haciendo gala de una fuerza de voluntad que enorgullecería a Elena, mantengo la
mirada al frente mientras saco el móvil del bolsillo y subo al coche de
alquiler. Me he propuesto no volver la vista. No voy a hacerlo. Ni hablar. Los
ojos se me van al espejo retrovisor, en el queda enmarcada la puerta de la
tienda, pero lo único que veo es la fachada anticuada. Ana no se ha acercado al
escaparate para mirar por la cristalera.
Qué decepción.
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