En cuanto la cabeza se posó en la almohada,
pensé en Abby. Recordé palabra por palabra la conversación que habíamos tenido.
En unas cuantas ocasiones había mostrado cierto interés. Pensé que no me odiaba
del todo y eso me ayudó a relajarme. No me había disculpado exactamente por mi
reputación, pero ella tampoco esperaba que fingiera. Las mujeres no me ponían
nervioso. Abby hacía que me distrajera y me concentrara al mismo tiempo.
Cabreado y casi aturdido. Jamás me había sentido tan extraño conmigo mismo.
Había algo en esa sensación que me hacia tener ganas de estar cerca de ella más
tiempo.
Travis
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