Me
preguntaron si aún había fuego entre nosotros, después de tantos años, de
tantos dramas, de tantas peleas, de idas y vueltas. Y me pongo a pensar que
cuando estábamos sentados juntos y me diste un beso en la mejilla, fue tan
improvisto, tan tierno, delicado y sincero, que sentí cosas en el estomago y
fue inevitable sonreír, ahí me di cuenta que sí, que el amor existe y que la
llama no se apaga.
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