...Ana vuelve a caer sobre la cama con las extremidades
extendidas, como una estrella de mar, toda piernas y brazos blanquísimos, y por
un momento me imagino esas piernas alrededor de mi cintura y sus muñecas atadas
a mi cruz de San Andrés. Veo que tiene un leve moratón en la rodilla y me
pregunto si es de cuando se cayó en mi despacho.
Está marcada desde entonces...igual que yo.
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