Ella cierra de nuevo los ojos y se vuelve de lado, pero enseguida
se acurruca hecha un ovillo y se la ve pequeña y vulnerable. La tapo con el
edredón y la beso en el pelo. Ahora que le he quitado la ropa sucia ha
reaparecido un deje de su fragancia: manzanas, otoño, fresa, deliciosa...Ana.
Tiene los labios entreabiertos, las pestañas le caen como abanicos sobre las
mejillas pálidas, y su tez parece inmaculada. Lo único que me permito es un
contacto más, le acaricio la mejilla con el dedo índice.
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