Yo besaba sus lágrimas mientras ella me apretaba las manos. Nos habíamos
ido tantas veces y tantas veces habíamos vuelto que era difícil imaginar la
vida sin el otro. Pero ese era el final. Los dos lo presentimos. El frío del
adiós nos fundió en un prolongado y último abrazo. Y nunca más la volví a ver.
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