¿Te ha tocado ir caminando en la calle y
presenciar que un carro atropella a un perro, y éste luego se para y sigue
caminando como si nada? A mí sí; de hecho, me tocó verlo hace poco cuando salí
de mi casa dirigiéndome a un parque con mi computadora en mano para escribir
esto que estás leyendo. Este perro atropellado muy seguramente no fue lastimado
en ningún hueso, ni en ningún nervio que lo limitara en lo motriz, pero seguro
hay algo dentro de él que se daño, que está sangrando internamente, algún órgano
que se destrozó, pero el perro no lo sabe. Él sigue su camino después de haber
recibido un gran golpe. Bueno, ese perro soy yo.
Me vi reflejado en ese
perro que casi pierde la vida. Yo voy caminando por el mundo como si nada, y tú me ves y no percibes nada malo en mí, hasta podrías pensar que soy
feliz, pero no. En mis adentros hay algo echado a perder, hay hemorragias hay
alguna cosa que no funciona. Claro que estoy hablando en sentido figurado, no
me lo tomes literal. Esto que te platico se debe a que he sido atropellado
varias veces (también en sentido figurado) y sigo caminando, porque no me han
quebrado, pero si han causado un desgaste dentro.
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