domingo, 23 de agosto de 2015

No sonrías que me enamoro.

Sueños cumplidos.
Ven. Entra despacito. No lo dudes, acércate sin miedo, estoy aquí. Cierra los ojos. Ahora, ábrelos. Mírame. Dibuja esa sonrisa que tanto me gusta. Si, esa que te ilumina la cara, esa que te hace ser la chica más guapa del planeta. Ven. Es un placer que te sientes a mi lado, que se roncen nuestros cuerpos cálidos, que gritemos juntas lo que somos, que me cojas de la mano, que juguemos con los dedos. Adoro sentirme tan cerca de ti. Es como si nuestros corazones latiesen al mismo tiempo, al ritmo de la misma canción de amor. ¿Los oyes? Ven. Entrelaza tus piernas con las mías. Átame a ti. Cierra el candado que une nuestros cuerpos. No te separes nunca de mí. Eres todo lo que siempre quise. Eres la única verdad, la melodía de mi vida, las palabras del poeta en primavera. ¿Puedo besarte? Ven. Permite que pruebe tus labios, que averigüe a qué sabe tu boca. Cierra otra vez los ojos. Déjate llevar. Lento. Muy lento. Poco a poco. Escribe tus deseos en mi piel. Me vuelvo loca. ¿Es esto el infinito?. No te vayas. Quédate conmigo. Gritemos de nuevo juntas. No, no son lágrimas. Es lluvia lo que baña mi mejilla. No dejare que mi dolor te hable. No tienes que saber que me muero cuando no estás. Te espero en mi próximo sueño. O en una habitación donde el sonido es el preso de la libertad.

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