...También sabía que era uno de los músicos del coro, y
aunque nunca se había atrevido a levantar la vista para comprobarlo durante la
misa, un Domingo tuvo la revelación de que mientras los otros instrumentos
tocaban para todos, el violín tocaba sólo para ella. No era el tipo de hombre
que hubiera escogido. Sus espejuelos no expósitos, su atuendo clerical, sus
recursos misteriosos le habían suscitado una curiosidad difícil de resistir,
pero nunca había imaginado que la curiosidad fuera otra de las tantas celadas
del amor.
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