jueves, 3 de septiembre de 2015

El amor en los tiempos del cólera

Fue de ese modo inconsciente como Florentino Ariza inicio su vida sigilosa de cazador solitario. Desde las siete de la mañana se sentaba solo en el castaño menos visible del parquecito, fingiendo leer un libro de versos a la sombra de los almendros, hasta que veía pasar a la doncella imposible con el uniforme de rayas azules, las medias con ligas hasta las rodillas, los botines masculinos de cordones cruzados y una sola trenza gruesa con un lazo en el extremo que le colgaba en la espalda hasta la cintura. Caminaba con una altivez natural con la cartera de los libros apretada con los brazos en cruz contra el pecho, y con un modo de andar de venada que le hacía parecer inmune a la gravedad.

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