jueves, 17 de septiembre de 2015

No sonrías que me enamoro.

El chico sale del dormitorio y después de la casa. Siente el mismo dolor que cuando murió su padre. Ahora es mayor, más maduro, ha hecho más kilómetros. Pero sigue siendo un chaval de dieciocho años muy sensible que se culpa a sí mismo de cometer el mayor error de su vida, un fallo irreparable que le ha costado lo mejor que poseía: el amor correspondido de la chica a la que quería.

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