El chico sale del dormitorio y después de la casa. Siente el mismo
dolor que cuando murió su padre. Ahora es mayor, más maduro, ha hecho más
kilómetros. Pero sigue siendo un chaval de dieciocho años muy sensible que se
culpa a sí mismo de cometer el mayor error de su vida, un fallo irreparable que
le ha costado lo mejor que poseía: el amor correspondido de la chica a la que
quería.
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