Si tú como padre me fallaste no espero
gran cosa de otros hombres. Hace tiempo aprendí a perdonarte, pero eso no
significa que he olvidado, solo decidí lo que para mí es más sano: el perdón,
no almacenar rencor, que lejos de ayudarme solo me perjudicaba. Hoy te digo que
si bien estoy saliendo adelante para ser una persona de provecho, no es gracias
a ti. Sin embargo agradezco que hayas contribuido con traerme al mundo. Solo
eso te agradezco. Espero encontrarte en un futuro y no para restregarte quien
soy o quien pude haber sido, sino para hacerte ver que pudiste haber estado
ahí, en cada momento, pero decidiste no hacerlo; decidiste perderte mis
festivales, mis graduaciones, mis cumpleaños, todos mis acontecimientos
importantes y hasta mis enfermedades. Y sinceramente te lo agradezco
infinitamente, porque si no te hubieras marchado mi vida sería distinta. Hoy sé
el valor que tienen las cosas y sobre todo las personas. Sé apreciar a las
personas que me aman y sobre todo, sé detectar aquellas que solo buscan
dañarme. Gracias a que me fallaste tuve que aprender a ser más precavida con
mis sentimientos y quizá no soy ni la mitad de confiada que son mis amigas con
su novios y personas que las quieren, pero es gracias a esa cualidad, que no
soy yo a la que dañan emocionalmente. Y no, no te pido que regreses, ni mucho
menos te quiero cerca de mí, ya que no significas nada, porque no se puede
querer a una persona que te despreció cuando eras pequeña, una persona que
nunca estuvo contigo en las buenas y muchísimo menos en las malas. Un extraño,
alguien que no mueve absolutamente ninguna emoción por ti. De igual manera
gracias por la lección.
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